Como psicóloga en Bilbao, muchos de mis pacientes son niños a los que atiendo gracias a mi especialidad en terapia infantil. En la infancia se dan unas problemáticas específicas y concretas de edad edad, que asimismo requieren de unas soluciones determinadas. En este artículo vamos a ver una de ellas, la somatización infantil.
Entendiendo que cuerpo y mente están unidos, podemos entender que en ocasiones las molestias que presentan nuestros hijos pueden estar relacionadas con dificultades a nivel emocional. Los pequeños al igual que los adultos sienten emociones negativas que, de no expresarse, pueden manifestarse a través síntomas físicos.
Por somatización entendemos cualquier síntoma físico que aparece o se incrementa ante factores psicológicos o situacionales, sin que exista una causa de tipo orgánica
Las emociones se crean en el cerebro y generan sustancias que inciden directamente en las glándulas. Éstas a su vez generan una serie de hormonas que afectan a nuestro sistema inmunológico, es decir, a nuestras defensas, con lo que cuando nos sentimos más bajos emocionalmente somos más vulnerables a padecer ciertas enfermedades.
Cuando los pequeños y adultos no saben exteriorizar lo que les pasa, es cuando el cuerpo empieza a manifestarse a través de dolores de estomago, dolores de cabeza, alergia, depresión, etc.
En la edad escolar la prevalencia se sitúa en el 4% de las consultas en atención primaria, siendo los síntomas digestivos, dermatológicos (prurito), del sueño (dificultades en la conciliación) o neurológicos los mas frecuentes .
Es importante tener en cuenta que la frecuencia con la que aparecen y los beneficios secundarios que en ocasiones generan; como más atención, no acudir al centro escolar, etc., hace que aumente la desconfianza de padres, madres y profesores. Pero no debemos quedarnos ahí, sino pensar en qué motivos o emociones le llevan a tener esas sensaciones físicas sin una causa orgánica aparente.
Es fundamental conocer que la actuación de los padres y madres, puede mejorar o agravar los síntomas.
¿Cómo debemos actuar ante la somatización infantil?
Los progenitores han de intentar minimizar la atención que prestan al síntoma. De no ser así, el niño no aprenderá a gestionar situaciones en las que se siente incómodo, pudiendo llegar a cronificarse:
- Por falta de atención (celos con hermanos).
- Por dificultades para expresar una emoción (enfado, rabia, etc.).
- Por miedo a afrontar una situación (ir al colegio, hacer un examen, etc.).
- Nunca han de transmitir la idea de que estos síntomas son irreales o imaginados ya que generarían en la niña o niño la sensación de incomprensión.
- Facilitar un ambiente para la comunicación, de manera que el/ella pueda ir expresando las situaciones que le generan malestar.
- Debemos mostrarnos empáticos, es decir, salir de nuestra postura de adultos y entender que aunque ahora esas situaciones nos parezcan fáciles de manejar, no se ven igual desde los ojos de un niño.
- Respetar los tiempos en los que el quiera hablar. A veces lo hacen poco a poco
- No juzgar sus emociones. Él/ella tiene derecho a sentirse así. Transmitirle que creemos que es "cobarde, poco valiente, débil, etc." no sólo no le ayudará, sino que además le hará sentirse más inseguro y cerrará el importante camino para la comunicación.
- Servirle como modelo. "A mí también hay cosas que me ponían y me ponen nerviosa, etc. Y lo que suelo hacer es..".
- Fomentar la expresión de emociones, no solo positivas. A través de nuestra conducta (diciendo que estamos enfadados con alguien del trabajo, un familiar, preocupados por algún tema pendiente, dentro de lo que su etapa evolutiva les permita entender) enseñarles que se puede hablar de emociones negativas: enfado, disgusto, preocupación, rabia, frustración, etc., sin que esto suponga consecuencias negativas. Ayudarles a entender que la expresión de las mismas es positivo, que nos alivia, que nos ayuda a encontrar soluciones y a hacerles ver a los demás que confiamos en ellos y que su opinión es importante.
- Reforzar los esfuerzos que realizan a la hora de expresarse y afrontar las situaciones en las que se encuentran incómodos aunque estos sean mínimos y progresivos.
Como psicóloga profesional ofrezco terapia infantil especializada, trabajando distintas áreas y problemáticas habituales entre los niños.